Yo también tengo amigos gays

pensando

España está revuelta tras ver bailar en televisión al candidato del PSC al Parlamento de Cataluña, Miquel Iceta, que se venía arriba con una canción del grupo Queen en un mitin de campaña. Raro es el medio de comunicación que no ha mencionado la noticia, como si ver bailar a un político tuviera algún interés para el público. Y ya hay innumerables montajes y memes del baile del candidato del PSC. Pero, ¿por qué nos ha sorprendido tanto? Nadie se atreve a decirlo.

Hasta ahora no se habían hecho comentarios sobre la homosexualidad de este político. Sin embargo, tuvo que bailar para que la leyéramos en su frente. Esa es la triste razón por la que televisión, prensa y público hablan del famoso baile. ¿Se habría publicado la noticia si no?

Es la hipocresía de España. Se muestra liberal, moderna y abierta, le faltó tiempo para ser pionera en la legalización del matrimonio gay, pero hoy se mofa de uno porque baila con pluma.

Es la realidad de este país. Apoyamos a los gays mientras no muestren su actitud gay en público, porque así hasta casi se nos olvida que son gays. Los tomaremos más en serio si no son amanerados y preferimos que no realicen muestras públicas de amor, porque hay gente a la que puede darle asco. Respaldamos a los inmigrantes mientras no se muestren reacios a adoptar nuestras costumbres, aprendan nuestro idioma, no se cubran con el velo. Qué tontería es esa de no comer cerdo, con lo bueno que está… No comprendemos cómo no abandonan su cultura retrógrada, si lo normal es lo nuestro. Nos da miedo decir negro y llamamos al negro moreno, no vaya a ser que se sienta señalado, como si no estuviera acostumbrado a ser negro o en su país ser negro fuera algo anormal.

“Yo tengo amigos gays”, dice la gente. ¿Se sienten orgullosos o están demostrando que están al día en modernidad? ¿Ha invitado usted a algún árabe o a un negro a su casa?

Comprenda usted o no al gay, al negro o al árabe, cuando España ignore que uno de ellos baila con pluma estaremos de verdad más cerca de la modernidad. Solo entonces seremos capaces de respetarnos, no molestarnos y enriquecernos con lo diferente.

√ Rebeca García Agudo

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