La sordera en el cine

Nos cruzamos en la calle con personas iguales a nosotros, que parecen caminar a nuestro lado con normalidad, sin darnos cuenta de que viven constantemente en silencio, no escuchan el piar de los pájaros, el ruido del tráfico o las voces de otros. La hipoacusia o disminución de la audición, popularmente conocida como sordera, afecta a un 1,7% de los niños y jóvenes. Puede ser hereditaria o consecuencia de un traumatismo, enfermedad o accidente medicamentoso. El cine puede ayudarnos a tomar conciencia de esta discapacidad.

Las primeras películas que trataron el tema de la sordera se remontan a mediados del siglo pasado y reflejan la desgraciada identificación de los incapacitados con los enfermos mentales. El milagro de Ana Sullivan (Arthur Penn, EEUU, 1962) fue una película muy atrevida para su época al mostrar con veracidad al público la difícil relación con el mundo de una niña sorda y ciega, interpretada por Patty Duke, a la que instruye no sin obstáculos la siempre dura Anne Bancroft. La película está además basada en hechos reales relatados en la autobiografía de la protagonista, Helen Keller. Se versionaría nuevamente en 2000, en forma de dramón de sombremesa con un reparto muy desmejorado. Belinda (Jean Negulesco, EEUU, 1948) acontece en Nueva Escocia (Canadá), en una granja donde vive una dulce y joven Jane Wyman, a la que el nuevo médico enseña a comunicarse por el lenguaje de signos. Las tres actrices fueron galardonadas con un Óscar.

Babel Kikuchi
Babel (2006)

En Babel (Alejandro González Iñárritu, EEUU, 2006), aunque el tema central no va solo de sordera, se pone de manifiesto la incomprensión que habita entre las personas más allá de la lengua que hablamos, en una interesante historia entrelazada en escenarios diferentes, con Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, Adriana Barraza y Koji Yakusho.

No podemos dejar de nombrar Hijos de un dios menor (Randa Hanes, EEUU, 1986), con William Hurt y Marlee Matlin, actriz sorda desde los 18 años que recibió un Óscar por el filme.

En Lee mis labios (Jacques Audiard, Francia, 2001), con Emmanuelle Devos y Vincent Cassel, una hipoacúsica y un ex convicto tienen una relación con la que tratan de sentirse parte de la sociedad. Más recientes son Sordo (Marcos Martínez, Argentina, 2014), sobre un grupo de teatro de actores sordos, La voz de los silenciados (Maximon Monihan, EEUU, 2013), sobre una inmigrante sorda en Nueva York, y Plemya (The Tribe) (Miroslav Slaboshpitskiy, Ucrania, 2014), íntegramente en lenguaje de signos sin subtitular, sobre un chico que ingresa en un internado para sordos donde la delincuencia está a la orden del día.

Nosotros nos quedamos con dos emotivas películas que nos asoman al mundo de la sordera desde la perspectiva del oyente que tiene un hijo sordo y de los sordos que tienen un hijo oyente. Profesor Holland (Stephen Herek, EEUU, 1995) cuenta la vida de un profesor de música que, tras años de enseñar a los hijos de otros, se viene abajo cuando descubre que nunca compartir con el suyo su pasión por la música. En la otra cara de la moneda, La familia Bélier (Éric Lartigau, Francia, 2014) es una película preciosa que nos regala la felicidad en que vive una familia granjera sorda, cuya hija mayor les conecta con la vida del oyente en el médico o su puesto de quesos en el mercado local. Parecida pero en versión alemana es Voces del silencio (Caroline Link, Alemania, 1996).

Rebeca García Agudo

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