Hace un par de años que no sigo el fútbol, no me siento a ver los partidos y no me emociono con las victorias. Nunca sufrí con los fracasos: no es muy del sexo femenino. Por mucho que nos empeñemos las mujeres, tarde o temprano, cuando en la vida nos ocurre algo trascendental, llámese hogar, maternidad o trabajo, nuestro tiempo se vuelve de oro, reordenamos nuestras prioridades y volvemos a ver a veintidós tíos corriendo tras una pelota. Esto no quiere decir que las mujeres no valoremos el fútbol, no lo entendamos o no seamos capaces de disfrutar un gol. Simplemente no queremos entender, nos desentendemos.
Muchos son los que quieren dedicarse al fútbol de pequeños. Hoy en día no desean ser policías, médicos o profesores. Ahora está de moda convertirse en deportistas, cantantes y actores, que en realidad son carreras de los países del bienestar. En zonas de guerra resulta absurdo pensar en que cantar o actuar pueden reportarnos un salario. Sin embargo, el deporte es una herramienta muy útil para la rehabilitación psicológica, la integración o el aprendizaje de geografía.
En Tanzania existe un equipo de fútbol llamado Albino United, constituido por negros albinos, que son perseguidos y mutilados por el uso de partes de sus cuerpos en pócimas mágicas de hechiceros ignorantes. A estos hombres el fútbol les hace sentir parte de un grupo y meter un gol les regala por un momento el poder y satisfacción que siente el mismísimo Messi. El deporte se convierte en un motivo para la superación, una razón por la que vivir y una vía por la que dar ejemplo a los demás. Si vemos el fútbol así, la imagen de opio del pueblo y negocio millonario se disipa.
La diferencia entre Ronaldo y Messi es que el primero busca el éxito, mientras que el segundo se divierte mientras lo encuentra. Cada uno lo vive de una manera, aunque ambos sean profesionales, pero el fútbol no está lleno de ellos. Ayer jugó el Barcelona contra el Arsenal en cuartos de Champions, como el otro día jugó contra el Celta en liga. El tridente de Luis Suárez, Neymar y Messi no deja de impresionarnos. Esos goles están hechos por futbolistas profesionales con todas sus letras, con jugadas elevadas a la maestría, y hasta ocupándonos de algo más trascendental no deberíamos perdernos esos momentos que nos regala el talento humano.
√ Rebeca García Agudo