Joyas de Alcázar (II): la primavera manchega

No todo el mundo tiene la suerte de vivir en un pueblo y de ver cómo hace su aparición la primavera. Flora y fauna se ponen de acuerdo para salir y cambiar el paisaje. La Mancha, conocida por sus terrenos áridos y yermos, nos brinda increíbles colores a nuestro paso por calles y campos.  

Las flores silvestres surgen al margen de los caminos. Amapolas y margaritas lucen sus mejores galas entre cardos borriqueros y dientes de león.

En los jardines, nos percatamos de que algo se mueve. Son los mirlos, que corretean a escondidas en busca de alimento. Alguna cría cruza la carretera cual perdigón. Las urracas se hacen menos visibles. Al abrir el coche o pasear a los perros, descubrimos escarabajos y saltamontes.

Granados, prunos, plataneros de sombra, sauces, cipreses, moreras… Pero es con el trigo y la cebada con los que apreciamos un verdadero baile al son del viento.

Las cepas están preparadas para echar la hoja, más tarde este año por la despedida tardía del invierno. En suelo o emparradas, las viñas no pueden faltar en el campo manchego.

Rebeca García Agudo – Fotografías: Alcázar de San Juan (Ciudad Real, España)

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