Los hay que sueñan con viajar al pasado reciente para conocer a sus padres cuando estos eran jóvenes o aún solteros. Algunos desearían visitar el futuro o desentrañar los riesgos de surgir en la Edad Media, el Egipto de los faraones o la antigua Roma. Otros se conforman con parar el tiempo para disfrutar de la vida sencilla que conocen o, simplemente, no envejecer. Estas y otras ilusiones han sido llevadas al cine para acercarnos a la fantasía que supone controlar el tiempo.
La coqueta película Somewhere in time (Jeannot Szwarc, EEUU, 1980), con Christopher Reeve y Jane Seymour, cuenta la historia de un dramaturgo que viaja en el tiempo por autohipnosis, tras descubrir que estuvo registrado en un hotel a principios del siglo XX, antes de su propio nacimiento. Hay que ver esta película aunque sea para disfrutar de la banda sonora inolvidable de John Barry.
Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, EEUU, 1993), protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell, es la película del tiempo por excelencia. Se puede ver una y otra vez sin que canse. Cuesta olvidar al meteorólogo Phil Connors, que acude a regañadientes a Punxsutawney para retransmitir el veredicto que una marmota realiza sobre la duración del invierno. El destino le relega a vivir una y otra vez el mismo día aunque trate de suicidarse. Como anécdota, el tema que toca al piano pertenece a la película Somewhere in time.
La serie Forever (Matt Miller, EEUU, 2014), con Ioan Gruffudd y Alana de la Garza, nos regala 22 capítulos de ausencia de envejecimiento y resistencia a la muerte en forma de Henry Morgan, un médico forense que estudia la muerte para descubrir por qué, desde hace doscientos años, resurge en las aguas de Nueva York cada vez que muere. Trata, como la saga de Los inmortales, la tristeza que supone ver envejecer y morir a las personas queridas. Aunque divertida, ocurrente, original y misteriosa, la serie solo se rodó durante una temporada por falta de interés de las cadenas para su compra.
Regreso al futuro (Robert Zemeckis, EEUU, 1985, 1989 y 1990) nos lleva al pasado para mostrarnos una versión de ser testigos del noviazgo de nuestros padres, al futuro para ver su envejecimiento y el nuestro y, por si fuera poco, también al Oeste. La influencia de nuestros actos en la modificación del curso de la historia es un tema sobre el que reflexionar en el género de estas películas. En España, lo más parecido a conocer a nuestros padres en su juventud fue la serie La chica de ayer (I. Mercero, A. Ron, A. Arandia y J. Ramos Paíno, España, 2009), basada en la serie británica Life on Mars, que cuenta la historia de un policía (Ernesto Alterio), el cual se despierta en 1977 tras un accidente de coche, época en la que sus padres le tienen como hijo de pocos años. El desenlace pierde fuelle, pero se disfruta su visionado.
El secreto de Adaline (Lee Toland Krieger, EEUU, 2015) constituye un bombón sin relleno, pero es una película que trata la inmortalidad sin caer en la fantasía y la acción. Adaline (Blake Lively) despierta la curiosidad a su alrededor cuando la gente descubre que no envejece, por lo que se ve obligada a cambiar de ciudad cada diez años y ocultar su identidad para no levantar sospechas. La película no dice mucho más. Y nosotros tampoco.
Con un título poco sugerente, Más allá en el tiempo (Robert Schwentke, 2009) trata este viaje imposible desde una nueva perspectiva, la de ir al pasado y al futuro en cualquier momento y durante solo unos minutos. Siempre gustará a los amantes de estos viajes imposibles, aunque lo mejor de la película está en sus protagonistas, Eric Bana (inolvidable por su papel de honesto Héctor en Troya) y Rachel McAdams, a la que estas comedias románticas le vienen como anillo al dedo.
√ Rebeca García Agudo