Amelia Sánchez es una mujer emprendedora de 39 años. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas en Salamanca y, a principios de 2016, decidió poner en marcha un centro de nuevas tecnologías llamado BRAIN FUTURA. En él, ingenieros de telecomunicación imparten cursos de robótica educativa e impresión 3D, entre otros servicios innovadores. A este centro pueden venir niños desde los 7 a los 90 años porque, según ella, no hay límite de edad para satisfacer la curiosidad y conocer los avances tecnológicos que nos muestran los medios de comunicación cada día. Nos introducimos en este campo que ha generado tantas nuevas profesiones.
¿Qué le llevó a abrir un centro con cursos de robótica e impresión 3D?
Después de varios contratos laborales sentía la necesidad de elegir mi propio camino. Hablaba con familiares y amigos sobre posibles opciones de negocio y la necesidad de ser innovadora en momentos actuales, donde existen dificultades para empresas y particulares. Además, quería aportar mi grano de arena en la formación de las nuevas generaciones. Considero que, en una economía globalizada como la actual, la tecnología y la innovación son pilares fundamentales para el progreso y competitividad de una región y de las personas que la componen.
¿Es tan necesario que los niños de hoy en día aprendan robótica?
Lo que realmente es necesario es que nuestros hijos comiencen a aprender de forma distinta a como nosotros lo hacíamos en nuestra niñez. Con internet, el acceso al conocimiento es instantáneo, por lo que potenciar nuestra memoria deja de ser importante. Cada vez más, se nos exige ser prácticos, metódicos y flexibles. En el futuro cercano no solo será necesario que nuestros hijos se expresen correctamente en varios idiomas, también deben ser innovadores utilizando la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Actualmente la robótica educativa es una herramienta muy eficaz para fortalecer esas materias y, utilizando dispositivos robóticos, los niños aprenden de una manera lúdica y creativa.
Hemos conocido la robótica y la programación como parte de carreras de ingeniería, ¿ha sido el avance de la tecnología lo que ha llevado a que actualmente se enseñe a niños de Primaria?
Los países asiáticos están a la cabeza en la producción mundial de tecnología y en la sociedad europea se comienza a percibir un nuevo tipo de analfabetismo, el tecnológico.
Hoy en día utilizamos móviles con cámara de fotos, leemos libros o periódicos en tabletas y nos entretenemos con pantallas DVD en los viajes. Los niños están rodeados de dispositivos electrónicos desde el primer día de su nacimiento, pero muy poca gente comprende cómo funcionan internamente estos aparatos.
Desde la Comisión Europea se ha hecho un llamamiento para que los estados miembros reaccionen y adapten sus planes de estudio desde edades tempranas, en educación primaria y secundaria, para comprender los principios del funcionamiento del mundo digital, lo que nos ayudará a ser más competitivos en un mundo globalizado.
¿Cuál es el objetivo de que niños tan pequeños aprendan programación? ¿Irán más preparados a carreras específicas?
Los sistemas informáticos llevan años en la industria y existe un déficit de personas capacitadas para manejarlos y modificarlos. En países como Estados Unidos hace tiempo que se dieron cuenta de este problema y, desde ámbitos universitarios como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), diseñaron programas especialmente orientados a entornos educativos para que los niños comenzaran a interiorizar estos conceptos. Aplicaciones como Scratch, Bitbloq o MIT APP Inventor sirven para aprender a programar y así se fortalece el pensamiento analítico y científico.
Dichas cualidades no solo son necesarias para una carrera específica de ingeniería. En la actualidad los dispositivos electrónicos son herramientas necesarias en cualquier tipo de trabajo y la programación es el lenguaje de estos aparatos, que sirven para reducir costes y facilitar las tareas. Todos los profesionales deberán tener la posibilidad de adaptar sus herramientas y, por lo tanto, el aprendizaje de programación puede ser muy útil en cualquier futuro educativo y laboral.
Con frecuencia se enseña robótica y programación a niños de altas capacidades. En su experiencia, ¿es una formación que demandan o muestran un interés especial por este aprendizaje?
En primera instancia estos cursos se utilizaron en niños de altas capacidades, pero en la actualidad se comprueba que los conceptos explicados se pueden orientar a personas con capacidades muy dispares.
El temario es atractivo y la teoría se expone de forma sencilla para pasar rápidamente a la práctica. La programación se utiliza como herramienta para aprender a colaborar en grupo, a exponer problemas y a explicar sus posibles soluciones. Los niños interiorizan nociones de liderazgo y todo de forma muy amena. Por poner un ejemplo, se puede explicar qué es un algoritmo haciendo un símil con una receta de cocina. Todos hemos visto programas de televisión de niños cocineros y hoy en día existen competiciones a nivel estatal, europeo y mundial para niños programadores.
Hemos conocido la impresión 3D por la televisión, pero aún no se ha hecho hueco en el trabajo o el hogar. ¿Qué usos prácticos puede tener la impresión 3D?
La impresión 3D no es futuro, es presente. En la actualidad se aplica en sectores tan diversos como el aeroespacial, la medicina, la automoción, la moda o la construcción. Dichos oficios evolucionan drásticamente cuando se utilizan impresoras 3D y nuevos materiales desarrollados para imprimir.
Sin duda son las aplicaciones médicas las que más sorprenden. Actualmente el 98% de los audífonos se realizan con impresoras 3D y gracias al avance de los biomateriales ya se consiguen en laboratorios réplicas de órganos humanos. Desde nuestro centro estamos intentando potenciar la colaboración con profesionales médicos, ya que pensamos que con nuestro conocimiento su labor se puede facilitar día a día.
Por otra parte, existe la opinión de que la impresión 3D es cara o inútil en entornos domésticos. Generalmente no se conoce que estas máquinas pueden llegar a costar la mitad que un teléfono móvil de última generación. Cuando tienes la posibilidad de adquirir una impresora 3D y aprendes a utilizarla, todo lo que imagines puede hacerse realidad y, con ello, tu mente se acerca al futuro.
√ Rebeca García Agudo
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