Los incesantes asesinatos de mujeres a manos de sus parejas han levantado la lucha por la concienciación de la población sobre la violencia machista. Las primeras en manifestarse y enarbolar la bandera contra el maltrato son mujeres indignadas, que se preguntan por qué a otras como ellas les ha resultado tan difícil presentar una denuncia, por qué las instituciones públicas no ponen a su disposición más ayudas y por qué los hombres llegan a cometer estos crímenes.
La violencia machista se inicia en la vida de las mujeres muchos años antes. Es posible que ellas no recuerden su comienzo porque no han conocido otra forma de vida. Están acostumbradas a ser interrumpidas, ofendidas, desacreditadas, reprendidas, increpadas, debilitadas, despreciadas, amenazadas, chantajeadas, humilladas. Confunden tanto el bien y el mal que no saben establecer los límites entre ambos. Aprenden a remar en un mar inestable. Los cambios de humor, el tono de las conversaciones o el control sobre su persona no pueden ser responsables de su estado de ánimo si quieren sobrevivir. Sigue leyendo «Violencia machista por doquier»